Feminismo y derechos animales, una lucha común
La ola feminista nos ha traído reflexiones y cuestionamientos que no han dejado a nadie indiferente. En esta publicación te hablamos sobre feminismo, y cuál es la relación entre este movimiento que busca la equidad, justicia y respecto para las mujeres, y la protección de los derechos de los animales.
Desde que la 4ta ola feminista se nos vino encima hace algunos años, tengo la sensación de que nadie puede ver el mundo de la misma forma. La lucha de miles de mujeres en todo el mundo por terminar con la discriminación, injusticia y violencia de género ha calado hondo, abriendo el horizonte para un nuevo orden que rompe con las dinámicas patriarcales de siglos, tan arraigadas que su origen es difícil de distinguir. El feminismo llegó para quedarse. Ya no podremos olvidar lo importante que son nuestros derechos, y la participación digna que merecemos en todos los espacios de la vida.
Las reflexiones han explotado en muy poco tiempo y simultáneamente en casas, oficinas, salas de clases y espacios públicos de todo el mundo. Algunas corren adelantándose en el entendimiento profundo de los problemas, otras se resisten a salir de un lugar que puede parecer cómodo. Pero miles nos estamos dando cuenta de que las cosas tienen que cambiar. Hay violencia en el trabajo, en las relaciones de pareja, en nuestro sistema previsional, en la prensa. Y para este cambio, el feminismo nos invita a cuestionarnos las creencias sobre las cuales hemos fundado nuestras relaciones, decisiones y convicciones, y avanzar en ese camino no es fácil, cada quien tiene sus ritmos.
Una vez escuché a Las Tesis, el colectivo interdisciplinario gestor de la performance "Un violador en tu camino" reírse de la más-más en una entrevista. ¿Quién es la más-más? La más instruida, la que más ha leído, la más coherente, la más feminista. Pero la más-más pierde el tiempo porque el feminismo no es una etiqueta, sino un camino. Decirnos feministas es elegir el camino de la justicia, la equidad y el respeto. Y en ese camino hay contradicciones, tendencias y miradas diversas.
Por lo mismo, existen muchos tipos de feminismo. Existen tantas causas como injusticias y, lamentablemente, son infinitas. Hay quienes se declaran adherentes del feminismo negro, que busca la reivindicación de los derechos de las mujeres negras; del feminismo lésbico, que culpa a la heteronorma de la violencia de género y busca el acceso de las mujeres lesbianas a los mismos derechos que todas las mujeres; también está el transfeminismo, que se contrapone al binarismo tradicional, planteando que tanto el género como el sexo biológico pueden ser constructos sociales cuestionados y ampliados.
También está el Ecofeminismo, acuñado a mediados de los 70 por la francesa Françoise d'Eaubonne y desarrollado luego por maravillosas pensadoras y activistas como Maria Mies, Vandana Shiva, Alicia Puleo y Mary Mellor. Esta corriente evidencia el vínculo entre la violencia y discriminación hacia las mujeres, y la degradación de la naturaleza y los ecosistemas de los que somos parte. Y aquí el pase para uno de mis feminismos favoritos, el feminismo antiespecista.
¿Qué es el especismo? Sencillo, así como el racismo es la discriminación por raza, el especismo es la discriminación por especie. Cuando nos ponemos los lentes del antiespecismo, cuesta entender porqué nuestra especie humana asumió el derecho de dominar y maltratar a las otras especies de manera tan brutal, y lo vemos con especial crudeza en la industria cosmética con los testeos que se realizan maltratando a miles de animales. Y ¿Por qué feminismo antiespecista? Porque entender la industria del maltrato animal, significa entender que en el abuso a las especies se recrudece en el maltrato a las hembras.
Hay abuso de los derechos reproductivos contra las vacas despojadas de sus terneros y de su leche para nuestro consumo, y contra las gallinas forzadas a poner más huevos de los que deberían. Los conejos, cobayos y ratones son escogidos para pruebas cosméticas, entre otros motivos, por la velocidad con la que pueden reproducirse, lo cual significa que también se instrumentaliza a las hembras como incubadoras de animales para este fin.
A las mujeres de todas las especies nos unen opresiones, por eso un lema que representa el feminismo antiespecista es "Ni oprimidas ni opresoras". Una forma de vivir el feminismo antiespecista es entender que ninguna hembra o mujer debiera sufrir abusos de ningún tipo, y hacer ese cambio está completamente en nuestras manos. Cuando elegimos la justicia, la equidad y el respeto como forma de vivir la vida, ¿por qué cerrar los ojos a la inequidad e injusticias que suceden en mataderos, criaderos, laboratorios y muchos otros lugares insospechados, más aún cuando existen alternativas?.
Podemos construir un mundo más justo, donde la hembra de ninguna especie sea violentada ni oprimida, donde se respeten los derechos sexuales y reproductivos de todas las especies. Es clave cuestionarnos, revisar nuestras decisiones, nuestras relaciones y entender el impacto que generamos en nuestro entorno. El mundo no lo hace fácil, los desafíos cotidianos nos enfrentan a contradicciones permanentes, y queda mucho por recorrer, pero cada vez hay más compañeras en este camino. El mundo está cambiando porque las personas estamos cambiando a una velocidad y profundidad nunca antes vistas, el feminismo no tiene vuelta atrás.
Creo profundamente que es posible construir un mundo más justo, sano y armónico para todas las mujeres, para todas las especies. Es nuestra tarea y es hermosa. La invitación está hecha.
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