Episodio 1: Vida imaginada de un perrito adoptado
Adopté un perrito mayor y su pasado es un misterio. Para resolverlo, decidí imaginar su vida y escribirla en una serie de capítulos breves, acá el primero de varios ❤️
Sucede que adopté un perro viejito. Si alguien por milagro le da seguimiento a lo que escribo en este blog, se habrá dado cuenta de que mi nuevo perrito se ha tomado mi pauta personal. Pero es que ¡¿cómo no?! Siempre fue mi sueño tener un perro con el cual establecer una relación, un vínculo como en las películas. Y hoy honestamente estoy chocha de mí misma porque eso es lo que tengo con Hochiminh.
Por algún motivo siempre temí que me sería muy difícil conectar con un perro y que mis intentos serían frustrados. Pero conocí a una perrita que me quiso sin condiciones, entonces pensé que el sueño era posible, y me decidí a adoptar.
Adopté un perrito viejo, no lo elegí así, si no que así sucedió. Las ventajas son infinitas, como verán en este post anterior. Pero también es infinito el misterio: ¿Cuántos años tiene? ¿Dónde y cómo nació? ¿Cómo quedó cojo de una pata? ¿Desde cuándo le gusta comer cáscaras de naranja? ¿Porqué le dan susto los cuartos de baño?
Entonces se me ocurrió inventarle una vida que explique estos misterios. Una vida triste, porque de alguna manera se tiene que explicar que lo encontraron malito al borde de un canal en El Monte, una comuna rural al oeste de Santiago, y que evidentemente sea desconfiado y miedoso. Pero una vida linda, porque sabe lo que es el regaloneo, el juego y el cariño. Los tuvo y no los olvidó, de eso estoy convencida.
Así que acá va: el primer episodio de una presunta vida de Hochiminh.
Episodio 1: Nacen perritos en medio de un terremoto
Si los cálculos de los veterinarios son correctos, Hochiminh nació el verano del 2010. Perfectamente puede haber sido la noche del 27F, cuando un terremoto 8,8° en la escala Richter, uno de los más fuertes en la historia de Chile, asoló gran parte de nuestra zona central. Esa noche la mamá de Hochiminh estaba preparándose.
Un par de horas antes del terremoto que sería a las 4 am aproximadamente, había parido 3 cachorritos: un macho y dos hembras, enanos como ratones. Mamá chica, papá chico, montados graciosamente luego de haberse escapado de sus dueños vecinos de un barrio al oeste de Maipú. Perrito y perrita deberían haber estado esterilizados, o en su defecto, bien resguardados durante el celo, pero claramente el cuidado no estuvo. La falta de esterilización oportuna da como resultado miles de Hochimihnes que deambulan por las ciudades y campos, algunos con finales felices como mi perrillo, pero lamentablemente la mayoría no tanto.
Hochiminh y su familia tuvieron la suerte de que nada grave pasó esa noche en su casa. Su mamá comió mucha carne los primeros días de lactancia, porque la falta de electricidad post terremoto obligó a comerse todo lo que estaba en el congelador. Los asados improvisados abundaban y la proteína extra la hizo fuerte a ella y a sus minicachorros.
Hochiminh pasó por suerte feliz sus primeros meses de vida, sobrevivió al desorden nacional de los días después del terremoto acurrucado y acariciado. Su familia humana lo adoraba, igual que a sus hermanas. Los alimentaron bien, los arroparon y permitieron que durmieran dentro cuando comenzó a hacer frío. Jugó con sus hermanas, con niños del barrio que venían emocionados a ver la novedad de los cachorritos. Esta fue la suerte de Hochiminh, pero lamentablemente no es la suerte que tienen todos los perritos "improvisados", que muchas veces son abandonados a los pocos días de vida y no siempre sobreviven.
Pero esos meses forjaron en mi perrito una personalidad cariñosa y fuerte, junto con el amor por el juego y por el cariño humano y perruno. Fueron meses clave que le permitirían enfrentar con entereza todo lo que vendría más adelante, que no sería fácil.
A los meses de haber nacido, la familia humana de Hochiminh (como lo hacen muchísimas) decidió que era momento de dejar ir a los cachorritos. Se dieron cuenta de que 4 perros eran demasiado para un patio más bien pequeño. Los perritos de a poco comenzaron a hacerse más traviesos y a hacer desastres adentro y afuera, y la convivencia se hizo difícil. Por suerte lo hicieron responsablemente y como hay que hacerlo: a los 3 meses cuando ya estaban destetados, vacunados y fuertes, y con el compromiso de la esterilización a los 6 meses. La decisión se tomó un fin de semana en que finalmente todos estuvieron de acuerdo: conservaremos a una de las perritas, y daremos en adopción a los otros dos.
Y así un día sin aviso, Hochiminh se cambió intempestivamente de casa. Un viernes en la tarde, después de una siesta calentita, despertó para darse cuenta de que lo estaban llevando de paseo y no volvió a ver a su familia humana, ni perruna.
¿Te imaginas cómo fue la vida de tu mascota adoptada antes de llegar a la tuya? ¿Te imaginas cómo sigue la vida de Hochiminh de ahora en adelante? Cuéntame qué te parece esta historia y compartamos la imaginación para resolver los misterios.
En el próximo post, la siguiente etapa en la vida de un perrito aventurero.
Un abrazo, ¡nos leemos pronto!
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