Las ventajas (porque no hay desventajas) de adoptar mascotas mayores
Hace un mes aproximadamente, adopté a un perrito mayor. No se sabe su edad, porque su vida hasta que lo recogieron de la calle en la comuna de El Monte, es un misterio. No tenía chip, no estaba castrado, le faltaban varios dientes, y tenía una patita mala y una infestación de pulgas que le había generado una dermatitis brutal por la que había perdido mucho pelo. La veterinaria de El Monte estimó que tenía 8 años. La veterinaria al que lo llevé yo, estimó 12.
Llegó mejor que cuando lo encontraron: la piel muy sensible pero sana, pelito creciendo, recién castrado y tranquilo como él solo. Los primeros días prácticamente no se movió, ni sonido alguno. Para sacarlo al "baño" tenía que moverlo en brazos, porque no caminaba. Al principio pensé que estaba muy viejo y sin energía. Después entendí que era miedo. Tenía terror de todo lo que lo rodeaba, los primeros días, supongo que incluso de mi roomate y yo, que no dejábamos de hacerle gracias, cariños y hablarle como a una guagua deliciosa. Lo miro y me muero de ganas de saber cómo fue su vida antes de conocerme. Misterios sin resolver que sirven para jugar inventándole historias diversas.
Un mes después, es una bestia cariñosa, inquieta, peluda y maravillosa. Una revolución de amor, que nunca pensé vivir junto a un perrito, quizás junto a una pareja, o un hijo. Pero este amor interespecie es rebelde y transformador, y no se parece a ninguna otra revolución de amor que me haya embargado antes.
Ahora, ¿tiene que ver la intensidad de este vínculo con que mi perrito sea viejito? por supuesto que si.
Cuando pensé en adoptar, la primera idea fue una perrita porque quería la energía femenina, y por supuesto cachorra, para verla crecer, enseñarle hábitos, conocer su historia y llevar su ficha clínica. En dos ocasiones no funcionó adoptar cachorras, y cuando estaba a punto de rendirme, llegó la foto de Hochiminh a un grupo de WhatsApp. Un perrito mayor... ¿Y si no logro que responda a su nombre? ¿Y si se muere a los meses de adoptarlo? ¿Y si trae mañas y hábitos que no me gustan y no logro cambiar? ¿Y si no conectamos? Su carita pudo más que todas las inquietudes y decidí invitarlo a ser mi compañero.
Y todo resultó a la perfección 🙌🏽. Si hubiera podido, lo habría elegido a él entre mil perritos, viejo, enfermo, miedoso y todo. Aprendió su nombre vietnamita al segundo día, aprendió a no usar la alfombra de baño después de la primera semana, y aprendió a salir de paseo por el barrio antes de los 10 días. Aprendió a lamerme las lágrimas cuando llegué a abrazarlo en un momento de pena, y a andar en auto, tranquilito en el asiento del copiloto para acompañarme a donde sea.
Cuando decía que iba a adoptar un perro viejito, muchas personas me dijeron "qué lindo, los viejitos son super agradecidos" y no entendí lo que eso significaba hasta que sentí el corazón de Hochiminh explotar de felicidad con mis cuidados y cariños. Tuve la oportunidad de hacer una vida más feliz y segura, de sanar traumas, de nutrir y sostener el bienestar repentino en la vida de un miembro olvidado de nuestro ecosistema.
Hay miles de personas que prefieren comprar perros de raza ("Adopta, no compres" podrá ser el título de un próximo artículo), e incluso entre quienes deciden adoptar callejeros deben rondar mis mismas inquietudes y miedos. Y no culpo a quien decide irse a la segura con un cachorro, pero la sensación de que estás limpiando experiencias de dolor, maltrato, hambre e incertidumbre de un cuerpito indefenso, es inigualable. Esa es la gratitud infinita. No sé cómo explicarlo, pero estoy 100% segura de que a Hochiminh y a mí nos separará la muerte, no hay forma de que nos separemos ya. Y probablemente nos separará su muerte porque está enfermo de varias cosas.
Adoptar un perrito viejo, probablemente es adoptar un perrito enfermo. El mío tiene unas alergias terribles y una piel sumamente sensible, también problemas respiratorios, cataratas y otras cosas más. Pero verlo florecer de energía, confianza y curiosidad en tan poco tiempo ha sido impagable.
El tema de la muerte: difícil. Ante el miedo de perder prematuramente a mi perrito, me respondo lo siguiente: un cachorro podía morir luego igualmente, cualquier perrito irse atropellado en cualquier momento, o yo misma podría morir inesperadamente la próxima semana. Pero vivimos como si no fuéramos a morir en el corto o mediano plazo. Así vive mi compañero ahora, sin miedo al mañana, y yo lo acompaño. Si serán uno, dos o diez años los que logremos compartir siendo felices y cuidándonos mutuamente, habremos escrito un versículo feliz en la historia del cosmos. La oportunidad de ser más felices y recibir más gratitud y amor en nuestra vida siempre está al alcance. Y de entregarlas, más fácil todavía.
El llamado: ¡adopten mascotas viejas, sin miedo a nada! Quizás signifique acompañar a morir, o quizás crear una nueva familia por más tiempo del que creíamos. La vida es incierta, pero la necesidad de estos peludos de recibir el cuidado y cariño que se merecen es muy cierta. Y visible, porque los y las viejitas están ahí, esperando acompañar a alguien con amor y devoción infinitas. En las perreras municipales y refugios, en las RRSS, en los postes de las calles y en miles de diarios murales.
Una vez que la convicción esté, será muy fácil, lo prometo. Y ya saben: amor, gratitud y maravilla aseguradas de por vida.
¿Tienen alguna experiencia de adopción de mascotas mayores que quieran compartir? ¿Algún miedo que resolver? ¿Alguien necesita el último impulso o la información necesaria? Les leo con cariño y con Hochiminh acurrucado al lado mío 🤎
Un gran abrazo :)
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Cristina Dice:
No hay amor más grande y fiel que es de un callejerito agradecido 🥰
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