articulos |Publicado el 21-02-2022

Encanto: ¿la representación que nos hace falta, o la apropiación cultural que nos hace daño?

¿Ya viste esta película? Magdalena nos plantea una interesante reflexión sobre ella

Hace un tiempo mi polola me dijo “¿Cachaste de que se va a tratar la nueva película de Disney? Es de una familia que vive en una casa con vida propia, animada y está ambientada en Colombia”. Mi primer pensamiento fue de orgullo.

Amo Colombia, la cultura colombiana, y a las, les y los colombianos, y me encantó que Disney hubiera elegido ese imaginario para su próxima película. Hace unos años fue Coco, vienen acercándose cada vez más al sur de América. ¿Llegará a haber una película de Disney ambientada en Chile? ¿Sería en el norte grande tomando elementos de la cultura andina, en la Araucanía con una heroína mapuche, o en la Patagonia con una familia de gauchos?

Encanto sin spoilers

Sin spoilers, les cuento de qué va esta película: existe un pueblo llamado Encanto, cuyo centro urbano, social y cultural es la casa de la Familia Madrigal, una familia donde cada miembro posee un don especial: ser megafuerte, preparar comida curativa (mi don favorito) o hablar con los animales. Llega el momento en la infancia de todo Madrigal, en que la casa le revela y entrega su don, junto con un cuarto hermosamente ambientado temáticamente en base a este don. La casa está viva y tiene sus tejas, escaleras, ventanas y baldosas, al servicio de las actividades familiares.

Mirabel, la heroína de la película, se pasa la trama tratando de entender el motivo por el cual el poder de los Madrigal y sus dones, parecen estar en peligro de extinguirse. Todo esto ambientado bellamente en un paisaje verde y maravilloso, que a mi por lo menos, me recordó al corazón del eje cafetero.

Me gustó sentirme de alguna forma representada, porque aunque no soy colombiana, y América es un territorio diverso y complejo, compartimos una cultura y una historia que (quiero pensar) nos hermanan. La violencia y abuso que han sufrido los pueblos americanos, desde la colonización en la antigüedad, pasando por las dictaduras del siglo pasado, y llegando a la injusticia social que nos embarga en la actualidad, nos ha marcado a todos y todas, de distintas formas.

¿Y porqué me parece que este es un elemento clave? Porque en Encanto, el enemigo no es un monstruo desbocado, ni un tío ambicioso o una madrastra vanidosa, sino que lo son la violencia y el trauma que los conflictos armados, territoriales, políticos y sociales, han dejado en varias generaciones. 

El poder de la representación

Últimamente, el tema de la representación está en boga. Desde lo importante que es para el empoderamiento femenino que haya personajes de mujeres científicas, superheroínas, jefas y líderes políticas, hasta la ilustración revolucionaria de un feto en el cuerpo de una mujer negra embarazada (al verlo me di cuenta de que nunca antes lo había visto). 

El contenido audiovisual que vemos moldea nuestra forma de ver el mundo, y si no vemos parejas del mismo sexo, mujeres en posiciones de liderazgo, o personas con discapacidad siendo parte activa de las estructuras sociales, no conocemos ese mundo posible, y menos aún creemos que es un mundo posible.

En Encanto, quiero creer que Latinoamérica está más representada que antes. Coco nos había llegado cerca, nos fascinamos y conmovimos profundamente con el poder intergeneracional del rito del Día de Muertos, pero no era de toda Latinoamérica, no éramos nosotros (Sudamérica).

Encanto tiene muchos elementos hermosos: el sentido de comunidad y familia, la diversidad e “imperfección” en las características físicas de los personajes, y una heroína femenina que viene a ampliar la lista de protagonistas feministas de Disney (nos encantan Mulán, Mérida, Elsa, Moana y Raya). Puedes leer mi post sobre Moana en este link.

Chile, Perú, Argentina y Venezuela, tampoco son Colombia, pero nos sentimos más cerca de estos elementos, y tristemente, también nos sentimos más cerca de la violencia que amenaza la trama de Encanto. 

Sin embargo, también hemos visto a Disney representando a minorías económica, raciales y culturales de maneras muy poco dignas en varias de sus películas. Las críticas y debates en torno a la apropiación cultural han surgido después de las películas que buscan representar culturas ajenas a la cuna creativa estadounidense de donde vienen estas películas. 

El problema de la apropiación cultural

Podemos referirnos a apropiación cultural cuando cuando se toma la historia, las tradiciones, ceremonias, objetos u otras expresiones culturales de un pueblo, para descontextualizarlos, adaptarlos a otro gusto, o rentabilizarlos sacando provecho de ellos.

A pesar de que han aprendido con los años (bien terribles eran los trabajadores que montaban y desmotaban la carpa de Dumbo, o los pueblos nativos de Norteamérica “pieles rojas” de Peter Pan) y ahora hay una investigación importante y colaborativa detrás de la construcción de los imaginarios, que (¡ojalá!) procura la representación justa, completa y fiel de las culturas escogidas, cuesta dejar de preguntarse: ¿Cuánto le interesa realmente a Disney representar a la hermosa Colombia y sus paisajes, sus colores, su historia difícil?

La tarea que nos toca a todas y todos

Esta tensión no es nada nuevo. Mientras exista un contexto de colonización cultural brutal que inunda los medios y los territorios, difícilmente podremos convencernos de que son posibles las representaciones justas. La clave está en formarnos nuestro propio criterio, investigar, buscar, entender, junto con disfrutar de Encanto, que realmente es para maravillarnos.

Sintámonos representadas, cantemos, soñemos con una casita y con el don de cocinar arepas sanadoras, pero veamos más allá, completemos el cuadro para una representación justa.

Cuéntanos qué te pareció Encanto: ¿la representación que nos hace falta, o la apropiación cultural que nos hace daño?