articulos |Publicado el 08-03-2025

8M: Hablemos de patriarcado y explotación animal

Te invito a explorar la conexión entre patriarcado y explotación animal, destacando cómo ambos sistemas controlan la reproducción y los cuerpos de hembras humanas y no humanas, reforzando la necesidad de justicia y autonomía para todos los seres vivos.

Hoy, en el Día de la Mujer, abundan las reflexiones sobre los avances y desafíos que enfrentamos las mujeres en la sociedad. Pero yo quisiera detenerme en una realidad que está demasiado oculta: la explotación de las hembras animales, cuyo rol reproductivo ha sido históricamente instrumentalizado en beneficio de los sistemas productivos sin considerar su bienestar ni sus derechos. En esta fecha tan significativa, me parece importante hablar de cómo, al igual que las mujeres, muchas de ellas han visto su capacidad natural de reproducción convertida en un medio de producción y control.

Patriarcado y explotación reproductiva

El patriarcado se basa en el control de los cuerpos, y esto no solo ha ocurrido con las mujeres humanas, sino también con las hembras animales. En las industrias de producción, las gallinas han sido reducidas a meros 'instrumentos' para producir huevos; las vacas a ser fábricas de leche. Este control sobre sus cuerpos no es accidental; es una extensión del mismo sistema que históricamente ha subyugado a las mujeres, reduciéndolas a su rol reproductivo. En Chile, la poco célebre frase "la mujer presta el cuerpo" de la senadora Ena Von Baer en la discusión del derecho al aborto terapéutico, demuestra lo instalado que está en la sociedad la idea de que las mujeres no cuentan con la soberanía de su reproducción. Y si esto es así para las hembras humanas, mucho menos lo es para las hembras de la industria alimenticia.

Ejemplos específicos: Gallinas, vacas, ratas y conejas

En la industria de los huevos, las gallinas son mantenidas en jaulas pequeñas, apenas tienen espacio para moverse, y están forzadas a producir huevos de manera constante, un ciclo que las desgasta física y emocionalmente. Las vacas lecheras, por su parte, son inseminadas artificialmente y obligadas a producir leche de manera continua, separadas de sus crías nada más nacer. No es incorrecto pensar que todos los terneros de la industria nacieron de una violación.

Pero esta realidad no solo ocurre en la industria alimenticia. En los laboratorios, las ratas y conejas, animales que se reproducen con facilidad, son utilizadas como sujetos de experimentación y separadas de sus crías en experimentos crueles alrededor del mundo. Son millones de hembras que no eligieron su reproducción y que menos pudieron ejercer la maternidad a la que fueron obligadas.

El valor de la autonomía en la reproducción

Así como las mujeres han luchado por el derecho a decidir sobre su cuerpo y su maternidad, las hembras animales también deberían tener el derecho a vivir su reproducción de manera libre, sin ser forzadas a procrear o a utilizar sus cuerpos para beneficio humano. El control sobre su reproducción no debería ser una herramienta de explotación, sino un proceso que se respete y valore.

Hoy, en este Día de la Mujer, reflexionemos sobre cómo, si bien las mujeres hemos avanzado en muchos aspectos de la vida y rol social, todavía queda mucho por hacer. Debemos seguir luchando por nuestra autonomía, pero también debemos extender esa lucha hacia todos los seres vivos. La forma más efectiva y masiva de transformar las industrias que se apropian de los cuerpos de miles de hembras de distintas especies es no alimentarlas con nuestro consumo. Optar por productos veganos y libres de testeo en animales es un acto de coherencia y justicia.

Recomendación: "La política sexual de la carne"

Para profundizar en esta relación entre patriarcado y explotación animal, recomiendo el libro La política sexual de la carne de Carol J. Adams. Justamente el tema es cómo el consumo de carne y productos de origen animal está ligado a una cultura de dominación masculina, donde los cuerpos (sean de mujeres o de animales) son cosificados y explotados. Una idea interesante que desarrollar es cómo el lenguaje y la cultura refuerzan esta conexión: las mujeres son descritas como "zorras, perras, gatitas" o "pedazos de carne", y los animales son "cosechados" y "procesados" de manera similar a cómo el patriarcado trata a los cuerpos femeninos. Leer este libro abre una visión más amplia sobre la intersección entre feminismo y derechos animales.

Estoy realmente interesada en saber si esta reflexión te resuena o no. ¡Cuéntame en los comentarios😉, un abrazo🙂!