El conejillo de Indias, conocido científicamente como Cavia porcellus, es un roedor originario de América del Sur. Aunque ya no se encuentra en estado salvaje, se cree que desciende de especies como Cavia aperea, Cavia fulgida y Cavia tschudii, que aún habitan en diversas regiones sudamericanas. Estos animales fueron descritos por primera vez por el naturalista suizo Conrad von Gesner, en el año 1554. Según el país se los conoce como cuy, cuyi, cuye, cuyo, jaka, cobayo, cerdo de Guinea, conejillo de indias o conejo de indias.

En cuanto a su comportamiento social, los conejillos de Indias son animales sociales que viven en pequeños grupos, generalmente conformados por varias hembras, un macho y sus crías y, aunque no construyen madrigueras, suelen refugiarse en las de otros animales o en grietas naturales. Son crepusculares, siendo más activos durante el amanecer y el anochecer, lo que les ayuda a evitar el ataque de sus depredadores.

La domesticación del conejillo de Indias se estima que ocurrió hace aproximadamente 8,000 años en los Andes centrales. Evidencias arqueológicas, como representaciones en excavaciones, sugieren su uso temprano en la dieta y cultura de las comunidades andinas. Con el tiempo, estos animales se integraron en la medicina popular y en ceremonias religiosas comunitarias, usados como sacrificio y pronto se convirtieron en un componente esencial en la gastronomía de los países andinos, especialmente en Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia.

Explotación culinaria

Su uso como alimento está profundamente arraigado en la cultura local, se estima que la población de cuyes en estas regiones es de aproximadamente 35 millones de animales, con Perú liderando en términos de población y consumo. De hecho, durante la década de los 60, implementaron un programa moderno de crianza de cuyes, resultando en razas de gran tamaño conocidas como "cuyes mejorados". Esta iniciativa promovió el consumo de estos animales fuera de Sudamérica.

Normalización como un sujeto de prueba

La introducción de los cuyes en la experimentación data del siglo XVII. Fueron utilizados con frecuencia como organismos modelo, lo que llevó a que el término "Conejillo de Indias" se convirtiera históricamente en sinónimo de sujeto de prueba, reflejando una perspectiva especista que considera a estos animales como meros instrumentos al servicio de los humanos, ignorando su individualidad y capacidad de sufrimiento. Aunque en la actualidad los conejillos de Indias han sido en gran medida reemplazados por otros roedores como ratones y ratas, aún se emplean en investigaciones biomédicas. Su fisiología, vulnerabilidad y susceptibilidad a ciertas enfermedades los hacen muy cotizados para estos estudios, pero la verdad es que son animales muy dóciles, que rara vez muerden o arañan, lo que facilita experimentar en ellos.

Entre los experimentos más comunes, se encuentran estudios sobre enfermedades infecciosas como el herpes y para evaluar la eficacia de vacunas y terapias contra la tuberculosis, debido a su susceptibilidad natural a Mycobacterium tuberculosis, para estudiar la progresión de la enfermedad y la respuesta inmunológica.

En investigaciones auditivas, los conejillos de Indias se utilizan para estudiar la fisiología del oído interno y patologías asociadas, como la pérdida de audición inducida por ruido o fármacos ototóxicos. Su anatomía coclear y respuesta auditiva son similares a las humanas, lo que se ha utilizado como justificación a la extrapolación de hallazgos preclínicos.

Además, son empleados en investigaciones sobre alteraciones ópticas, induciendo experimentalmente la miopía en estos animales para investigar los mecanismos subyacentes al desarrollo de errores refractivos y evaluar posibles tratamientos e intervenciones terapéuticas.

En el ámbito de las enfermedades óseas, los conejillos de Indias se usan para estudiar condiciones como la osteoporosis, fenómenos de la densidad mineral ósea, la microarquitectura y la respuesta a tratamientos farmacológicos en un contexto preclínico. Las deficiencias nutricionales también se han estudiado ampliamente en conejillos de Indias, especialmente en relación con la vitamina C, ya que, a diferencia de otros roedores, estos animales no pueden sintetizarla, para investigar los efectos de esta deficiencia y evaluar estrategias de suplementación.

Finalmente, en el campo de la reproducción, estos animales han sido utilizados para investigar los efectos de diversas sustancias en anomalías de fertilidad y el desarrollo embrionario. Estudios han evaluado cómo diferentes compuestos químicos, condiciones ambientales o alimenticias afectan su función reproductiva, proporcionando información que es usada para la evaluación de riesgos en humanos.

Alternativas al uso de conejillos de India.

En la búsqueda de alternativas al uso de animales en experimentación, grupos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Comité Internacional para la Validación de Métodos Alternativos (ICCVAM) han desarrollado y validado métodos que reemplazan o reducen la necesidad de animales en pruebas de laboratorio. En este sentido, se han implementado modelos in vitro y sistemas computacionales para evaluar la seguridad de productos químicos y cosméticos, disminuyendo así la dependencia de animales en estos ensayos.

Es fundamental reconsiderar la percepción de los conejillos de indias como meros sujetos de prueba y reconocer que el lenguaje influye en nuestras percepciones y actitudes hacia otras especies. Al emplear expresiones como "conejillo de indias" para describir a todos los individuos sometidos a pruebas, perpetuamos una mentalidad que justifica la explotación animal. Por otra parte, se han propuesto nuevas versiones menos especialistas como “tubos de ensayo” o “placas petri” para referirse a modelos de prueba, que poco a poco inducen el respeto a estas especies explotadas hace tanto tiempo.

Cuestionar y modificar este tipo de términos es un paso hacia una mayor conciencia y respeto por los derechos de los animales, promoviendo una relación más ética y equitativa entre humanos y otras especies. Estos animales poseen comportamientos sociales complejos y han sido parte integral de diversas culturas a lo largo de la historia, cumpliendo su rol ecosistémico como todos los seres vivos. Promover una visión que valore su bienestar y busque alternativas éticas en la investigación científica dará lugar a prácticas más responsables, éticas y compasivas.

En países como Perú, miles de cuyes aún son sometidos a pruebas dolorosas e innecesarias para testear cosméticos, sin embargo, el reciente proyecto de ley N° 07688/2023-CR busca prohibir estas prácticas y alinearse con países que ya protegen a especies como conejos, ratones y cuyes. Esta iniciativa representa un avance en el bienestar animal y también una oportunidad ética y científica para el país. ¡Firma la petición en este link y ayúdanos a poner fin al testeo cosmético en animales en Perú!

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