La experimentación animal en la industria cosmética es una práctica vigente. Su origen moderno se remonta a comienzos del siglo XX, cuando una mascarilla de pestañas provocó la ceguera de una persona, lo que llevó a la FDA de Estados Unidos a aprobar la Ley Federal de Alimentos y Medicamentos Cosméticos en 1938.

Hoy, se estima que alrededor de 500,000 animales mueren cada año por pruebas en cosmética. Estas cifras forman parte del total de millones de animales utilizados anualmente en experimentos científicos. Solo en Estados Unidos, más de 110 millones de animales son sacrificados cada año con distintos fines, incluida la industria cosmética.

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En Chile, desde abril de 2024 rige la Ley 21.646, que prohíbe la experimentación en animales para cosméticos y restringe la importación y comercialización de productos que hayan sido testeados bajo estas prácticas. Esta normativa posiciona al país como referente en la región, alineándose con la tendencia global hacia una industria cosmética ética y libre de crueldad.

Organizaciones certificadoras confiables (y actualizadas)

Te Protejo ha evaluado entidades certificadoras internacionales según su rigor y transparencia. A continuación, las que continúan operando con procesos sólidos:

• PETA (EE.UU., Canadá, India e Alemania)

• Leaping Bunny / Cruelty Free International (EE.UU., Canadá / Reino Unido)

• Acene (España)

• BDIH (Alemania)

• Natrue (Europa)

• Te Protejo (América Latina)

Es importante aclarar que:

1. PETA cambió el alcance de su programa de certificación en agosto 2025, para sólo certificar marcas con operaciones en los países donde tienen oficinas
2. Choose Cruelty Free (Australia) se fusionó en 2021 con Cruelty Free International y ahora sus marcas transitan al programa Leaping Bunny. 
3. One Voice (Francia) sigue existiendo, pero no emite activamente certificaciones cruelty free desde el 2024, lo que limita su relevancia actual.
4. Kara (Corea) dejó de certificar marcas como Cruelty Free el año 2018, debido a cambios de regulación en su país.

La importancia de una certificación oficial

Las entidades certificadoras cruelty free ofrecen procesos rigurosos y auditables, lo que va más allá de simples declaraciones de marketing como “no testeamos en animales”.

En ausencia de una regulación clara, solo la certificación oficial brinda un respaldo genuino al compromiso de una marca. Estas certificaciones suelen abarcar todas las etapas de producción: desde insumos y proveedores hasta el producto final. La información recopilada es confidencial y solo se comparte con la certificadora, nunca con cualquier plataforma web.

¿Esto es legalmente vinculante?

Sí. En Chile (y en muchos otros países) un contrato firmado entre una certificadora y una marca tiene plena fuerza legal. De acuerdo con el artículo 1545 del Código Civil, este acuerdo obliga a ambas partes a cumplir con sus términos, reforzando la validez de la certificación.

Certificación vs. marketing: la diferencia real

Fuentes serias y fidedignas: Las organizaciones que certifican cruelty free son entidades sin fines de lucro que trabajan con un propósito ético y transparente. En América Latina, por ejemplo, Te Protejo está legalmente constituida y compuesta por un equipo de personas motivadas por el bienestar animal. Esto garantiza que todo el proceso de certificación se realice en un entorno de seriedad y compromiso, algo que distingue a estas entidades de otras plataformas que no cuentan con este respaldo institucional.

La certificación como compromiso: Obtener una certificación cruelty free no es un trámite administrativo: es la expresión de un compromiso real con prácticas éticas y sustentables. Una marca certificada se suma a un movimiento global que influye tanto en consumidores como en empresas que aún no han dado el paso hacia la ética.

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El problema del marketing engañoso: Muchas empresas cosméticas sin certificación usan frases como “no testeamos en animales”. Sin embargo, esta declaración suele limitarse al producto final, sin considerar insumos ni proveedores. Por ello, estas afirmaciones no garantizan un compromiso genuino con el bienestar animal y se convierten en una estrategia de marketing vacía.

Lo que abarca la certificación:Una certificación cruelty free revisa todas las etapas de producción: fabricación, insumos, proveedores, procesos y producto final. Para esto, las ONG acceden a documentos oficiales y confidenciales que las empresas no entregan a particulares, pero sí a organizaciones certificadoras por su carácter institucional.

Estándares internacionales: Aunque existen distintos niveles de exigencia, todos los procesos de certificación confiables cumplen con estándares suficientes para garantizar que una marca no testea en ninguna etapa de producción.

Renovación anual: compromiso sostenido

La certificación cruelty free tiene una duración de un año y debe renovarse periódicamente. Esto asegura que las marcas mantengan un compromiso continuo, ya que se revisan nuevamente procesos, insumos, documentación y actualizaciones.

¿Y en la Unión Europea?

En la Unión Europea, las pruebas en animales para cosméticos están prohibidas desde 2004 y la comercialización de productos testeados se vetó en 2013. Sin embargo, existen vacíos legales y excepciones, como las sustancias listadas en REACH, que pueden autorizarse por motivos de seguridad.

Por ello, las certificadoras siguen siendo relevantes en ese territorio: su rol va más allá de la ley, ofreciendo transparencia y confianza a los consumidores.

Consumidores informados, un cambio real

Como consumidores conscientes con los animales y la naturaleza, tenemos el derecho y la responsabilidad de informarnos correctamente para generar un impacto positivo. La mejor forma de hacerlo es preferir siempre productos libres de testeo en animales que cuenten con certificación cruelty free emitida por una entidad confiable.

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