post |Publicado el 18-03-2015

8 cosas que aprendí al dejar de usar productos testeados en animales

Cuando decidí vivir una vida alejada de los productos testeados en animales no sabia muy bien como resultaría todo, que tan difícil sería o cuanto dinero tendría que invertir para vivir cruelty free, pero de lo que sí estaba segura era que ya no podía soportar la idea de que un animal había sido cruelmente torturado sólo para que mi máscara de pestañas durará más tiempo. Es por esto que quisiera compartir con ustedes las lecciones que he aprendido con este estilo de vida:

1. Que calidad no tiene que ver con el testeo en animales.

Si un producto es o no testeado en animales no incide en su calidad, o si es más o menos seguro para tu piel. Existe tecnología suficiente para dejar de usar animales en laboratorios con resultados igual de buenos sin crueldad de por medio.

2. Que lo cruelty free no es difícil de encontrar.

Hay muchas tiendas donde puedo encontrar cosas que no son testeadas en animales, como Pre Unic, DBS, supermercados, farmacias, sólo es cosa de informarse bien al salir a comprar.

3. A controlar la ansiedad por las ofertas.

Ahora no me vuelvo loca cada vez que alguna marca que testea saca una nueva máscara de pestañas al mercado, o si esta en oferta esa base que es buenísima, o si ponen labiales a mitad de precio, es un pequeño pequeñísimo precio que estoy dispuesta a pagar por todos aquellos animales que están encerrados en laboratorios en este momento.

4. Que lo cruelty free no es más caro.

No existe valor agregado por ser cruelty free, estos productos tienen los mismos precios que aquellas marcas que sí testean, e incluso en ocasiones los productos libres de crueldad son mejores y muchísimos más barato, al final  sólo terminamos pagando publicidad. Lo que me lleva al siguiente punto.

5. A ser más flexible.

A veces nos casamos con una marca, y creemos que es la mejor del mundo y que nada la puede superar, así que aprendí a ser más abierta, que lo desconocido no es sinónimo de malo, y que no siempre lo barato cuesta caro.

6. A tomar riesgos en pro de los animales.

Cuando se es más flexible se es más curioso, y aprendí a no temer en arriesgarme en comprar alguna marca, los gatos, conejos, perros, ratones, monos que son víctimas del testeo merecen que tome el riesgo de comprar una marca certificada libre de crueldad.

7. Que vale la pena.

Y lo más importante, aprendí que cada pequeño esfuerzo vale la pena para que el testeo en animales se acabe definitivamente, ya que si no es por una cuestión de principios por último que sea porque ya no les es rentable vender productos testeados en animales. Y así tener mi conciencia tranquila de que sí mi pelo esta limpio nadie murió en su fabricación.

8. Que somos muchos los que vivimos libres de crueldad.

Cuando decidí alejarme de los productos testeados y sobre todo gracias a Te Protejo, conocí a muchísima gente interesada en este noble estilo de vida, y cada día somos más, así que no estarás solo.

Espero que les haya gustado este post, y cuéntenme ¿que han aprendido viviendo cruelty free?

Les mando muchos besos libres de crueldad =*

Pauli G.