articulos |Publicado el 09-04-2025

Maternidad en Ratas: ¿Cómo es en la realidad?

Cuando pensamos en maternidad, solemos imaginarnos a una madre humana cuidando con ternura a su cría. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en las ratas como madres?

Aunque a menudo son percibidas como plagas o simples sujetos de experimentación, las ratas tienen complejos comportamientos maternales que reflejan su capacidad de cuidar, proteger y educar a sus crías. Como cualquier otra madre en el reino animal, las ratas hembras desempeñan un rol crucial en la supervivencia y el desarrollo de sus hijos, y merecen nuestro respeto y consideración.

El Instinto Maternal: ¿solo instinto o algo más?

En condiciones naturales, una rata hembra tiene camadas de 6 a 12 crías cada 3-4 semanas, dependiendo de factores como la alimentación y el estrés ambiental. Ellas establecen vínculos afectivos con sus crías desde el momento del parto, pues la madre se ocupa de limpiar a sus crías, estimular su respiración y ofrecerles calor.

Durante los primeros días de vida, las crías dependen completamente de la madre para alimentarse y mantenerse seguras, dado que nacen altriciales, es decir, sin pelo, incapaces de regular su temperatura corporal y completamente inmóviles. A partir de la tercera semana, empiezan a explorar, pero siguen aprendiendo de ella cómo interactuar con el mundo. Este comportamiento refleja un instinto de protección, pero también un nivel de sensibilidad que nos invita a cuestionar nuestras percepciones sobre los roedores.

La conducta materna en las ratas es más que un mero instinto; también implica la activación de procesos hormonales y factores epigenéticos, lo que sugiere que las madres se adaptan y responden a sus crías. Antes y después del parto, las hembras exhiben una serie de comportamientos que son esenciales para la supervivencia de sus crías. A lo largo de la gestación, las hembras experimentan cambios significativos en sus hormonas, como la disminución de progesterona y el aumento de estrógenos al final de la preñez, que facilitan la activación del comportamiento maternal, por ejemplo con un aumento de agresividad en respuesta de la necesidad de proteger a las crías.

Además, la experiencia de la maternidad tiene un impacto significativo en el cerebro de las ratas, fomentando cambios en su memoria y habilidades cognitivas. Las que han pasado por la experiencia de ser madres muestran mejoras notables en la memoria espacial y en la capacidad de forrajeo. Esto sugiere que el acto de ser madre estimula la neuroplasticidad, permitiendo a estas roedoras aprender y adaptarse mejor a su entorno para el bienestar de sus crías. Este proceso de aprendizaje no solo afecta a las madres, sino que también contribuye al desarrollo cognitivo de las crías, creando un círculo de aprendizaje y cuidado en que cada acción está diseñada para proporcionar un entorno seguro y nutritivo para los recién nacidos.

Incluso, ratas que no son madres pueden desarrollar comportamientos maternales si se les da contacto continuo con crías neonatas, revelando la plasticidad de su comportamiento ante la experiencia.

Sin embargo, no todo es positivo; la experiencia de la maternidad también puede ser desafiante. Investigaciones indican que algunas hembras, especialmente aquellas genéticamente predispuestas a ser más ansiosas, pueden no beneficiarse emocionalmente de la experiencia de ser madre. En experimentos, se observó que estas ratas ansiosas mostraban poca reducción en su estrés a pesar del contacto con sus crías, lo que resalta cómo la biología individual puede influir en el comportamiento maternal. Por lo tanto, el instinto maternal en ratas se presenta como un fenómeno multifacético que abarca el instinto de aprendizaje.

El contexto de la maternidad en laboratorio

En el mundo de los laboratorios, las ratas hembras rara vez viven la maternidad como lo harían en libertad. En bioterios y laboratorios de investigación, lejos de construir nidos o elegir pareja, muchas son sometidas a cruces controlados, inseminaciones artificiales o separaciones tempranas de sus crías; todo en nombre de la investigación. Aunque estos métodos de manipulación de ciclo reproductivo son el estándar para estudiar enfermedades o el desarrollo fetal, pocos se preguntan: ¿cómo afecta esto a su instinto maternal? Estudios revelan que el estrés de los ambientes estériles, la falta de estímulos naturales e incluso la ausencia del padre pueden alterar su comportamiento, llevándolas a descuidar a sus bebés o a mostrar ansiedad. Y no es solo "cosa de ratas", dado a que ese estrés materno puede distorsionar los resultados científicos.

En la naturaleza, las ratas no crían solas. Los machos participan protegiendo el nido y hasta acicalando a las crías, lo que reduce el estrés de la madre y mejora el desarrollo de los pequeños. Pero en los bioterios, la figura paterna suele estar ausente. Sin esa dinámica, las hembras cargan con toda la presión, y las crías crecen en un ambiente empobrecido. Peor aún, muchos protocolos exigen separar a las familias al nacer, interrumpiendo el vínculo emocional, algo que en humanos, equipararíamos al baby blues o a la depresión posparto. 

                              Ellas también merecen un trato con respeto y compasión 

El ejemplo más claro de maternidad en condiciones de laboratorio, es el caso de estudios de teratogénesis. Las ratas son muy utilizadas en numerosos estudios científicos, especialmente en investigaciones sobre teratogénesis, donde se estudian los efectos de agentes químicos o físicos en el desarrollo fetal. Este tipo de experimentos a menudo ignora el componente emocional y maternal de las hembras, tratándolas como máquinas reproductoras en lugar de individuos con necesidades propias. Las alteraciones en su entorno, así como la exposición a sustancias potencialmente dañinas, no solo afectan la salud de la descendencia, sino que también generan un estado de estrés en las madres, comprometiendo su bienestar psicológico y físico.

Más allá del sufrimiento individual, estas prácticas distorsionan los resultados científicos. Una rata estresada, con comportamientos maternales alterados, puede generar datos poco confiables, afectando investigaciones sobre desarrollo infantil, psicología o fármacos. Si realmente queremos ciencia ética y precisa, es urgente replantear cómo tratamos a estas madres invisibles.

Afortunadamente, algunos laboratorios ya están cambiando el enfoque: introducen nidos cómodos, retrasan la separación de las crías e incluso permiten interacciones sociales entre ratas. Estos pequeños ajustes no solo mejoran el bienestar de las madres, sino que producen datos más fiables. Después de todo, si queremos entender la maternidad (o los efectos de un fármaco en el embarazo), necesitamos ratas sanas física y emocionalmente.

Más que un número

Las madres ratas no son tan diferentes de cualquier otra madre; cuidan, protegen, alimentan y guían a sus crías hacia la supervivencia. La maternidad en ratas implica una serie de conductas que van desde la construcción de nidos hasta la promoción de la independencia de las crías, todo ello en un delicado equilibrio de instintos y adaptaciones hormonales. Es hora de reconocer que las ratas, al igual que cualquier otro animal, sienten y se relacionan con su entorno. Cada una de estas madres es un individuo con su propio valor.

Al visibilizar sus historias, podemos cambiar su dolorosa narrativa científica y fomentar una cultura de respeto hacia todos los seres vivos, a través del desarrollo métodos alternativos que minimicen el sufrimiento y la implementación de regulaciones más éticas para los animales.

Transformar el sufrimiento en consciencia y el silencio en compasión es una tarea de juntos podemos lograr. Comparte esta historia, inspira a otros y ayúdanos a construir un futuro más empático, donde la ciencia y ética vayan de la mano. 

Bibliografía: 

  1. "La experiencia materna modifica la memoria en dos sublíneas de ratas de la cepa Sprague-Dawley"
  2. "El comportamiento maternal en Rattus norvegicus y su inducción en hembras vírgenes"
  3. "Observaciones preliminares sobre comportamiento prenatal y postnatal de rattus, rattus var, norvegicus"