Hasta hace algunos años (y probablemente hasta el día de hoy) ha sido un tema tabú hablar de dolencias y necesidades de la mujer, sin embargo, la evidencia demuestra que es inminente dar lugar a la salud de género, entendiendo y respetando los diferentes ciclos de la mujer.

Desde la infancia, la mujer se expone a diferentes cambios corporales que van definiendo su salud, episodios como la menarquia, el embarazo, lactancia, menopausia, son algunas de las muchas posibilidades a las cuales la mujer se expone durante su vida, además de esto pudiendo adquirir patologías como síndrome de ovario poliquístico, endometriosis, alteraciones tiroideas, cáncer de mama, cáncer de útero, entre otros.

Las terapias preventivas y de acompañamiento a cada una de estas posibles dolencias, son clave en la calidad de vida de las mujeres, que muchas veces deben cumplir varios roles en su día a día, sin tener el tiempo suficiente para acatar sus enfermedades. Es por esto y más, que el desbalance hormonal va desencadenando diferentes alteraciones, pudiendo repercutir en el peso, e incluso creando patologías digestivas, como síndrome de colon irritable, estreñimiento, reflujo e incluso hemorroides.

Debido a la composición corporal femenina, con tendencia a acumular más masa grasa, se estima que su aporte calórico debería ser menor al de los varones, exigiendo porciones mas pequeñas, lo que muchas veces no se hace posible, creando alteraciones en el peso, de piel (celulitis y estrías), dolores musculares y articulares. Sin embargo, teniendo en cuenta algunos consejos, podemos de a poco manejar esta situación:

1. Incluir alimentación natural, como frutas, verduras, cereales, legumbres y semillas, estos alimentos contienen nutrientes esenciales, y además por ser naturales, son más amigables con el sistema digestivo.

2. Aumentar el consumo de fibra, los problemas de digestión son muy comunes en las mujeres. Te recomiendo incorporar colores a tu alimentación, es clave para mejorar esta situación.

3. Hidratación, el consumo de líquidos sin gas y sin azúcar, como agua, infusiones, hierbas y mate, en temperatura ambiente o tibia, son una gran ayuda con la digestión y dolencias.

4. Reducir consumo de alérgenos pro inflamatorios, entre ellos el gluten, lácteos de vaca, el café, el té negro y el azúcar refinada, ayudarán a evitar llegar a la noche con un abdomen completamente inflamado y adolorido.

5. Mantener horarios de alimentación, es una excelente opción cuando sufres de ansiedad, y esto repercute en tu relación con la comida.

6. Chequear niveles de vitaminas y minerales al menos una vez al año, con ayuda de un profesional de la salud, quien determine algún tipo de suplementación si fuera necesario.

7. Libérate de los mitos, la fruta es igual a las 9 de la mañana y a las 9 de la noche, puedes incluir el pan en tu alimentación, y también puedes tomar tu espumante favorito de vez en cuando.

8. Come sin culpas, si te antojaste, disfrútalo, ya habrá tiempo de ordenar y limpiar tu alimentación, si no escuchas tu cuerpo, ese antojo no se irá.

En mi experiencia de consulta nutricional, siento que es necesario dar un enfoque distintivo a la terapia femenina. Un 90% de mis pacientes han tenido episodios de salud los cuales repercutieron a partir de una mala relación con la alimentación y probablemente tú también. Como mujer, mamá y profesional de la salud, me encantaría haber tenido mejor acompañamiento, sin embargo hoy es posible a través de la experiencia poder informarse y ayudarse, con diferentes profesionales de la salud, con el objetivo valioso de mejorar nuestra calidad de vida.

Te dejo una cordial invitación a seguir mi instagram @DisfrutaComer y solicitar tu asesoría nutricional. Si tienes dudas, no dudes en escribirlas en este post para orientarte.

Gracias por leerme, un abrazo.