articulos |Publicado el 28-10-2024

Estudio revela la percepción tienen las personas sobre los animales usados en laboratorio respecto a otras especies

Una reciente investigación, publicado en la revista académica “Journal of Experimental Social Psychology”, buscó examinar el proceso por el cual las personas reducen la carga moral que constituye el uso de los animales en experimentos y la percepción que tienen sobre estos en relación con otras especies.

Kevin Vezirian, Brock Bastian y Laurent Bégue-Shankland, académicos de distintas entidades, llevaron a cabo un estudio titulado “Tubos de ensayo peludos y sin mente: categorizar a los animales como sujetos de laboratorio conduce a la negación de su mente”, con el propósito de ahondar más en la percepción de las personas frente a los “animales de laboratorio”, pues pese a que empatizan con su sufrimiento y se preocupan de bienestar, buscan justificar su uso en nombre de la ciencia.

Según una estimación, cada año se utilizan alrededor de 190 millones de animales en los laboratorios de todo el mundo, ya sea para investigación biológica, genética, medicina o de agronomía. Pese a que alrededor de 45 países han prohibido los experimentos en animales con fines cosméticos y ya se encuentren innecesario en esa industria, en la ciencia aún se considera un hecho obligatorio para la evaluación de toxicidad en el desarrollo de nuevos medicamentos, a lo que el 45,5% de toda la experimentación con animales se lleva a cabo para satisfacer estos requisitos legislativos (Comisión Europea, 2021).

Dichos procedimientos generan efectos adversos en los animales, como irritaciones de la piel y los ojos, hemorragias internas o parálisis, y altos niveles de estrés/angustia. Esto ha generado que las personas se preocupen, así como otras que, si bien empatizan con este hecho, creen que el uso de modelos animales son una práctica científica esencial y necesaria por razones de seguridad y salud para la humanidad.

Ante este contexto, los autores del estudio buscaron determinar si categorizar a los animales como sujetos de pruebas farmacéuticas daría como resultado la negación de su mentey examinar si la manipulación del sufrimiento experimentado por los animales podría afectar el alcance de esta tendencia a la negación de la mente.

¿De qué se trató el estudio?

Para poder lograr un análisis de esta investigación, los académicos realizaron una encuesta a alrededor de 3.405 participantes a quienes les mostraron diferentes imágenes de distintos animales, como conejos, hámsters, perros y macacos, acompañadas con una breve descripción

Uno de los grupos de participantes leyó descripciones de características físicas de los animales, como el tamaño y color de pelaje. Por ejemplo, uno de los textos indicaba: “Este animal es un perro y más concretamente un beagle. Es un animal de cuatro patas, y el color de su pelaje puede estar compuesto por varios colores como el blanco, el marrón o el negro. El beagle es un animal diurno, lo que significa que está activo durante el día y descansa por la noche”.       

Por otra parte, otro de los grupos se les presentó el animal como un sujeto de laboratorio de la siguiente forma: “Este hámster vive en un laboratorio para ser utilizado como animal de experimentación para productos médicos, de cuidado personal y del hogar. Con fines científicos, será sometido a pruebas y sufrirá insuficiencia orgánica, hemorragia e irritación. Al final del experimento, el hámster será sacrificado”.

La manipulación experimental fue seguida por una variable dependiente en la que los individuos calificaron hasta que punto pensaban que el animal presentado estaba dotado de 15 capacidades mentales, como, placer, miedo, rabia, gusto, alegría, felicidad, deseos, anhelos, planificación, metas, orgullo, dolor, hambre, vista, audición. Dichos ítems midieron la atribución mental y detectaron otras dimensiones relevantes como emociones primarias y secundarias, intenciones o pensamiento. Esto fue presentado en una escala Likerts de 7 puntos, donde 1 significa “no posee” y 7 “definitivamente posee”. Asimismo, sumaron una escala de especismo y otros tres ítems individuales que midieron tres estrategias distintas de desvinculación moral para justificar la experimentación en animales.

A modo de complementar este primer estudio, los expertos realizaron el estudio 1b y 2b. El primero tenía como fin consolidar los hallazgos del estudio 1a de que etiquetar a los animales como "conejillos de indias" conduce instantáneamente a un menor reconocimiento de su mente en comparación con los mismos animales presentados en su hábitat natural, y el segundo su propósito fue replicar la negación mental general de los animales de laboratorio y examinar más a fondo los factores que pueden explicar cuándo y por qué las personas son más o menos propensas a negar capacidades mentales a los animales de laboratorio, para esto investigaron si el aumento de la sensación de responsabilidad de los individuos por el daño causado a los animales de laboratorio amplificaba la tendencia a negar la mente de los animales.

Observaciones finales

Tras la realización del estudio, se pudo concluir que los participantes les adjudicaban sistemáticamente menos capacidades mentales y cognitivas a los animales descritos en contexto de laboratorio, que a los animales presentados a través de sus características físicas.

Los hallazgos afirman que cuando a las personas se les recuerda el daño asociado con la experimentación animal y se enfrentan a un animal descrito en contexto de laboratorio, limitan su percepción de ellos respecto a sus capacidades mentales debido a que al hacerlo ayudan a racionalizar su uso en entornos de laboratorio.

En relación a la responsabilidad moral que los participantes sentían ante la experimentación animal y el uso de productos que requerían de ello, se identificó que no se adjudicaban responsabilidad individual dado a que puede ser que la experimentación con animales está muy extendida y en muchos casos es obligatoria, por lo que dichos procedimientos pueden verse como producto de responsabilidad colectiva, dejando poco espacio para los sentimientos de responsabilidad individual.

En suma, los datos sugieren que una vez que los animales son clasificados como de laboratorio, es suficiente para que las personas los vean como "tubos de ensayo peludos", a pesar que los consumidores generalmente informan que les preocupa los atributos éticos de los productos que compran

Según los autores del estudio, y en conforme a su hipótesis inicial, esto es algo similar a lo que sucede a la hora de justificar el consumo de carne por parte de las personas, pues resulta más fácil apaciguar cualquier conflicto moral interno cosificando a los animales de consumo y experimentación a un nivel menor que otros.

Si bien alejarse de la experimentación animal puede ser dificultoso, el desarrollo de métodos alternativos se encuentra en proceso, así como la implementación de las 3R (reemplazar, reducir, refinar), por lo que esperamos que pronto el uso de animales en experimentos no sea necesario ni obligatorio a nivel global, no sólo dentro de la industria cosmética sino también dentro de todo emundo de la ciencia.