Hola, gente linda. Esperando que tod@s se encuentren muy bien, el tema de hoy del que les vengo a hablar es la crianza de nuestros amigos peludos ♥

A pesar del contexto polémico en el que fue dicha,  Eva Luna—en su programa en Olga— sintetizó una realidad que enfrentamos todos aquellos que decidimos compartir la vida con un perro: “Nadie nos enseña a criar perros. [...] Hay una cosa también que uno va aprendiendo sobre la marcha con sus mascotas”.

Y es verdad. Cuando uno se embarca en la aventura de educar, cuidar y amar a un animal, se encuentra con una avalancha de opiniones, consejos y hasta teorías que muchas veces se contradicen entre sí. Esa sensación de estar un poco perdidos es normal. La crianza responsable de un perro es un aprendizaje constante.

♥Una relación que ha cambiado con los años

Lo cierto es que, a lo largo del tiempo, la relación entre humanos y perros ha pasado por diferentes miradas: fueron considerados herramientas de trabajo, guardianes cuya vida valía en tanto cumplieran su función; luego se volvieron accesorios de moda, razas exóticas creadas a fuerza de cruza y venta, muchas veces cargando con problemas de salud que los condenan al sufrimiento; y más tarde, atravesamos una etapa de humanización excesiva, que también los priva de ser lo que son: animales con necesidades propias.

♥Claves para una crianza adecuada

Criar un perro con responsabilidad implica entender que no es un objeto ni un juguete, sino un ser vivo con derecho a cuidados adecuados:

♥No comprar perros, porque eso alimenta una industria de cría que prioriza la estética y la rentabilidad sobre el bienestar animal. Adoptar es salvar una vida y también un acto ético.

♥Alimentación acorde a sus necesidades: no todo lo que comemos es bueno para ellos, y una buena dieta es clave para su salud.

♥Un espacio seguro para dormir y descansar, porque el sueño reparador también es parte de su bienestar.

♥Atención veterinaria y educación con respeto, para garantizar no sólo su salud física, sino también su equilibrio emocional.

♥Si es un cachorro, recordar que es un ser pequeño que debe ser educado, con los errores y travesuras propios de su edad. La paciencia y la constancia son fundamentales.

♥No olvidar a los perros adultos y seniors, que también merecen una familia y, muchas veces, se adaptan mejor a nuestro estilo de vida. Adoptarlos es darles una segunda oportunidad.

♥Independientemente de si vivimos en casa o en departamento nuestros compañeros caninos necesitan pasear y jugar con otros de su especie  para evitar que desarrollen una personalidad reactiva la clave es socializarlos.

♥Un miembro de la familia

¿Cómo deberíamos verlos? Como lo que son: otro integrante de la familia, de otra especie animal, pero familia en fin. Eso implica invertir en su salud, en su alimentación, en su bienestar emocional, justo como lo haríamos con cualquier ser querido. Significa también respetar su temperamento y su historia —sobre todo si fue adoptado de adulto— porque esas huellas inevitablemente influyen en su comportamiento.

Se puede educar a un perro como se educa a un hijo: con paciencia, con respeto y con amor. Y hay algo fundamental: tratar con humanidad no debería limitarse a los humanos. Ser compasivos, amorosos y respetuosos no debería depender de la especie a la que destinamos nuestro cuidado. La verdadera humanidad se refleja en cómo tratamos a los más vulnerables, sean de nuestra especie o no.

Sí, nadie nos enseña a criar perros. Pero todos podemos aprender. Y en ese aprendizaje está la oportunidad de transformar nuestra vida tanto como la de ellos.