¿Te ha sucedido que te has comido un chocolate, 1 paquete de galletas, etc, entero y sin darte cuenta? ¿Qué tienes un “antojo”, comes en exceso pero te sorprendes de que estuvieras “ausente” todo el tiempo? O ¿qué comes sabiendo que no es sano para tu cuerpo? Estos son síntomas de ingestas en piloto automático, de comer con una falta total de atención, sin conciencia. La mayoría del tiempo no es porque tengamos hambre realmente sino porque nos sentimos nerviosos, tristes, enojados o vacíos emocionalmente, por lo que buscamos llenarnos de cualquier manera y esto termina por convertirse en una pauta crónica de comportamiento.

Muchos comemos mientras miramos televisión, frente al computador o mientras hablamos por teléfono, con esto nos perdemos de conectar con las señales que nos indican que ya es suficiente, y así no paramos de comer hasta que nos sentimos mal, o porque la comida se ha terminado.

La alimentación con conciencia plena o comer despierto nos ayuda a volver a escuchar lo que nuestro cuerpo nos está diciendo acerca del hambre y la saciedad. Nos ayuda a reconocer que parte de nosotros (cuerpo-mente-corazón) tiene hambre, y cómo, cuándo y qué es lo mejor para nutrirlo. Nos permite disfrutar de la comida, alimentarnos sanamente y no cometer excesos, además de reconocer nuestros impulsos y utilizar la capacidad de gobernarlos.

El Mindfulness o Atención Plena significa prestar atención de manera intencional a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación. Jon Kabat-Zinn, es conocido como referente mundial, por haber introducido esta práctica dentro del modelo médico de occidente. Aunque el Mindfulness se trata de una práctica muy antigua que se origina hace más de 2500 años con el budismo. La práctica continuada de mindfulness en la alimentación conciente, hace que entre el estimulo (emoción) y la respuesta emocional haya un espacio conciente y reflexivo, dándonos tiempo para recapacitar, identificar esa emoción y decidir ¿es hambre? ¿Cómo fruta o chocolate? Y romper ese patrón reactivo (comer compulsivamente o el otro extremo).

Algunas pautas:

1- Apaga el televisor y la radio durante las comidas. Come sin distracciones. 2- Mastica bien y come lentamente para saborear los alimentos. 3-  Reconoce si tienes hambre antes de empezar a comer. Si no es hambre, comer no va a saciar el desencadenante que te está llevando a hacerlo. 4-  Date cuenta de la manera que te estás hablando y justificando para comenzar a comer. Reconoce tus propios monólogos internos que te invitan a comer, aún sin estar hambriento. 5- Elige la comida que satisfaga tu cuerpo y tu mente. Saber que ingieres y que resultado esto genera posteriormente 6- Elige pasar un gran momento. Disfruta de la tranquilidad, la compañía, y de la simple realidad cuando te estás dando la oportunidad de sentarte y saborear la comida. 7- Antes de empezar a comer, realiza algunas respiraciones conscientes para centrarte en tus sensaciones internas.

Observar sin juzgar nuestras emociones, pensamientos y sensaciones nos permite no reaccionar frente a ellas y entender que son solo hechos pasajeros  y no requieren mayor respuesta y tomar una decisión sabia frente a una situación.

Es importante que tomemos conciencia de nuestras sensaciones, nos conectemos con ellas y desconectemos el piloto automático que llevan a comer sin pensar para luego sentir culpa. Distinguir entre el hambre real y el emocional, reconociendo y tomando conciencia de las señales físicas del hambre y la saciedad. Esto puede generar un mayor nivel de vitalidad, bienestar y prevenir enfermedades.

“Darle a la comida el valor que tiene en tu vida sin que tus pensamientos, emociones y energía giren alrededor de ella. De esa manera dejarás de utilizarla como consuelo, culpa, premio o castigo: se trata de comer para vivir, y no de vivir para comer.”

Vive el presente, “este momento” con atención y lleva eso a todos los planos de tu vida para vivir más feliz, más sano y concientemente.

María José

Santiago

:: Escrito con amor desde mi apreciación y/o experiencia personal::