articulos |Publicado el 18-04-2022

Lo que haces sí importa

Si quieres ayudar al planeta, te invito a generar conciencia

Al comenzar en el mundo de la belleza Cruelty Free, mi principal inquietud era el bienestar de los animales. Mientras me adentraba, me intentaron desanimar comentarios como «lo que tú consumas no hace la diferencia», «seguirán experimentando en ellos de todos modos» o «nada va a cambiar, hagas lo que hagas». Por supuesto, soy consciente del poco impacto que tienen las acciones individuales a comparación de lo que pueden lograr las grandes empresas, pero ¿entonces no debía hacer nada?

Con el tiempo y la información, me di cuenta de que sí importaban mis actos y decisiones, y mis convicciones se fortalecieron. Pienso que es un proceso lento, pero efectivo: comienzas a actuar, intentas difundir lo que sucede, otras personas lo ven, empatizan y te siguen. Y a esas personas alguien más las toma de ejemplo, hasta que el impacto es lo suficientemente grande y poderoso para lograr un cambio. En México lo logramos, apoyamos un proyecto de ley para que se prohíba la experimentación en animales para la industria cosmética.

Sin embargo, otras veces hay que ir un poco más rápido. Y es que la comunidad científica lleva muchos años advirtiendo sobre la necesidad de modificar nuestros hábitos y la forma en que se manejan las industrias. Pareciera que nos vamos quedando sin tiempo para lograr frenar lo que han causado décadas y décadas de negligencia con nuestro planeta y su biodiversidad. ¿Qué sentido tiene proteger a los animales y salvarlos de los laboratorios si no podemos salvar el lugar en el que viven (y vivimos)?

Hablo en general: la mayor amenaza a la biodiversidad es la caza furtiva, pero el calentamiento global es un peligro cada vez más cercano y tangible. Si antes ya era el momento de cambiar, ahora que vamos retrasados, debemos actuar con urgencia. Considero importante hacer algunos apuntes al respecto:

  • No soy una experta en el tema, en lo absoluto. Irónicamente, mi primera recomendación es seguir, escuchar y leer a quienes sí lo son: científicos, académicos, investigadores. Son las personas más capacitadas para orientarnos, es imperante que su voz se escuche. Sin miedo, sin burlas, informándonos y comprendiendo la situación.

  • Las acciones individuales sí tienen un efecto sobre los problemas actuales. Hacer activismo y difundir de fuentes fidedignas, mantener limpia nuestra bandeja de entrada en el correo electrónico, dejar de consumir o acumular en exceso, disminuir nuestro uso de energías contaminantes, usar el transporte público, etcétera. Cualquier cosa es mejor que no hacer nada.

  • Es importante poner en el debate el tema de nuestra dieta. Tanto en lo referente a productos altamente contaminantes (en su producción como en su desecho, por ejemplo, reducir nuestro consumo de comida chatarra, refrescos y bebidas embotelladas) como al consumo de carne. Nuestra huella ecológica es inevitable y es cierto que los campos de cultivo de vegetales también generan un impacto ambiental, pero es sorprendente la cantidad de dióxido de carbono que produce la industria ganadera y los campos que se destinan a la alimentación de dichos animales. Evitar o reducir nuestro consumo también es benéfico para el ambiente.

  • Modificar nuestros hábitos de consumo no sólo implica «saber» comprar o consumir menos. Una vez que adquirimos algo, somos responsables de ese algo. Ropa, maquillaje, tecnología, alimentos, calzado, papelería, todo. Debemos hacernos cargo: elegir bien en el anaquel, pero también aprovechar su uso al máximo y aprender a desechar. Podemos motivar iniciativas para deshacernos de nuestros residuos de las maneras más responsables posibles.

  • Sobre eso, no podemos engañarnos por todo lo que parece o dice ser ecofriendly. Así como no todo lo que lleva un conejito en el empaque es cruelty free, no todo lo que dice ser eco lo es. ¿Sabías que el cartón es muy contaminante, a veces más que el plástico? Aunque se degrade más rápidamente, lo cierto es que ese color café no siempre es sinónimo de responsabilidad ecológica. En sí, ningún producto lo es por sí mismo: somos nosotros quienes debemos serlo, al modificar nuestras costumbres hasta que se vuelvan hábitos, un estilo de vida.

  • No hay una sola forma de ser amigables con el ambiente. Los seres humanos siempre estamos influenciados por nuestro contexto, y existen múltiples variables que pueden modificar lo que podemos o no hacer. No todos podemos llevar a cabo las mismas acciones y tampoco debemos juzgar sin conocer a quienes no hacen lo mismo que nosotros. De acuerdo a tu contexto, tus posibilidades y tus propias convicciones, debes actuar como creas correcto, así como compartir lo que conoces de manera respetuosa, pero siempre seria e informada. No existe acción que no importe y no existe una persona que no pueda hacer algo, aunque sea pequeño.

Por último, quiero enfatizar que no debes entrar en pánico, porque las acciones con miedo son menos efectivas muchas veces. Informémonos y hagamos todo lo que podamos para ser mejores habitantes de la Tierra. Entre las manifestaciones de científicos leí una frase «we are nature defending itself» (somos la naturaleza defendiéndose a sí misma). Nos intentamos proteger a nosotros como humanidad y a la biodiversidad que nuestro planeta alberga. Somos responsables del resto de animales y formas de vida, que están aún menos preparados que nosotros para lidiar con los cambios que estamos atravesando.

No te desanimes, lo que haces sí importa.

Te recomiendo también que revises las entradas del blog de Te Protejo, pues encontrarás interesantísimas publicaciones sobre el tema: zero waste, veganismo, reciclaje, DIY (Do It Yourself), entre otras cosas muy útiles al respecto.

Deja cualquier opinión, pregunta o comentario, me encantaría leerte. Te mando un abrazo, ¡nos leemos pronto!